viernes, 11 de mayo de 2007

" La soportable brevedad del Ser "

Básicamente, la estructura de un texto es algo así: inicio, desarrollo, clímax y final. Búscalo en una guía para escritores aficionados, esas de 19,99€, y generalmente es lo que te enseñan. Pero en realidad es educación que, si abres bien los ojos, sale completamente gratis. Vas al cine y ahí están: los cuatro pasos. ¿El teatro? lo mismo. ¿Televisión? igual. Incluso una canción inicia suave para continuar in crescendo, explotar en el coro, bajar nuevamente, repetir el proceso y BUM!. its over. Se llama ritmo. Incluso el sexo es igual, aunque a veces dure menos que una canción.
Por un momento, digamos que el sexo es canción. Suena romántico. pero, ¿qué pasa si la canción es de los Sex Pistols? sería como si él agarrara fuertemente sus pantalones y con violencia extrema tratara a su querido amigo Denver como una manguera de bomberos fuera de control, chorrear donde caiga y ciao. No hay duda: su pareja, moriría en el incendio.
Pero ¿y si él fuera Pink Floyd? Minutos que se convierten en horas flotando alrededor de un mar de sensaciones incontrolables que insoportablemente sabes que nunca van a acabar. Y así es: nunca acaba. Recuerdo una película en la que la joven se quejaba con sus amigas de que no había nada peor que un tipo que se tomaba hora y media en acabar. u-u' Hay gente para quien la práctica del sexo es como una canción de Phil Collins post-1989 (toma cualquiera: todas son himnos anti-climax). O Chris Spheeris (no pierdas tu tiempo averiguando quien es. aunque por alguna extraña razón podría negociarte la colección completa de sus discos).
Prefiero el sexo - y películas, canciones y obras - que se mueve dentro de lo que podría llamar la " soportable brevedad del ser": esa sensación de que todo fue tan corto que quisieras vivirlo de nuevo, que te faltó un poquito más y que, definitivamente, no tiene una estructura tradicional.